La palabra inmersión se usaba frecuentemente en submarinismo porque al entrar y sumergirte en el agua cambiabas de mundo y todo tu espacio físico quedaba rodeado por otra sustancia (agua) que te hacía cambiar de ámbito. Se habla de inmersión lingüística cuando entras en un entorno social con un idioma y cultura diferente al tuyo y tienes que defenderte sin más apoyo que tu propia mente y conocimientos.
Del mismo modo, el hecho cultural conlleva una inmersión, un escapar del mundo cotidiano para sumergirte en un entorno diferente, aislado, ensoñador y a veces onírico. Cuando se debate sobre la dicotomía entre ver una película en una sala de cine frente a las plataformas en la TV de casa, la diferencia radica en eso: la inmersión, en estar "cautivo" y aislado y sólo frente a la obra y las condiciones de oscuridad, sonido y atención para zambullirte y empaparte de la película. Cuando uno se sumerge en la lectura de un libro necesita del silencio, la tranquilidad y el momento adecuado para lograr esa inmersión. Muchas veces, en conciertos de música o en el teatro en vivo se exige que no haya ningún ruido, ni luces de móviles, precisamente para eso, para no romper la inmersión que conlleva un aislamiento y alimento interior del hecho cultural que se está disfrutando. Y precisamente por ello, a veces, en el ámbito de la música, por ejemplo, puede parecer extraño pero lógico que haya gente que prefiera escucharla con unos cascos de calidad con cancelación de ruido, en una habitación oscura, sólo con uno mismo, en lugar de en un concierto en vivo con mucha gente donde los ruidos, los móviles, los movimientos y las conversaciones hacen precisamente eso: sacar de la inmersión.
Cada vez se busca más la experiencia de inmersión aunque no es fácil. Mucha gente vive cómoda y habituada en el ambiente ruidoso y no soporta, por ejemplo, quedarse en los créditos de una película cuando la música y el momento no está pensado precisamente para salirse del cine.... sino para ir saliendo poco a poco de la inmersión que supone la propia película antes de volver a la realidad.
Como gestores culturales, tengamos siempre presente este concepto en los planteamientos, actividades y eventos que organicemos. Como comentamos en anteriores reflexiones, lo que debemos organizar no es un acto en sí sino la creación de una experiencia. A la postre es lo que el público se lleva. Así que que intentemos que dicha experiencia sea siempre y por todos los medios.... inmersiva.
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