Historic Present (by Sungseok Ahn)
Cuando uno se acerca a una exposición/visita de patrimonio histórico siempre tiene la sensación de estar haciendo algo importante, algo que el gusto intelectual agradece por su importancia extrínseca y por cierto regusto intrínseco que casi todos tenemos por conocer el pasado. Sin embargo, en muchas ocasiones, los restos descubiertos son tan escasos o llegan en tan mal estado, que la visita se puede llegar a hacer tediosa, sin sabor.
Como gestores culturales, tenemos que adecuar las instalaciones, la forma del recorrido y la tecnología para que las personas que se acerquen, no sólo se limiten a observar algo (que de por sí no suele ser muy espectacular) sino a que puedan disfrutar de una sensación. No se trata tanto de obtener un conocimiento (que también) sino de provocar una experiencia que perdure. Y para ello, como nos sugiere Paloma Diaz) conviene hacerse estas sugerentes preguntas:
- ¿Para quién y para qué preparamos una exhibición/visita?
- ¿Quién la prepara?
- ¿Dónde acaba la exhibición/visita?
- ¿Qué impronta, qué sensaciones, deja en los visitantes?
Y es que las motivaciones de cada persona son múltiples y variadas a la hora de acercarse a una exposición / visita. Sería muy interesante conocer las razones (aunque a veces ni la propia persona es consciente de ellas). No obstante, se han catalogado una serie de perfiles de visitante que nos pueden ayudar a entenderlo.
Identidad y experiencia de los visitantes (J.Falk, 2009)
Por último, hay que destacar que cuando con tecnología se hace algún dispositivo (smart object) o simulación del objeto verdadero, hay que tener muy presente los contextos de interacción (entre las personas y los dispositivos) así como la interrelación y la meta que se quiera obtener. En gestión cultural, como en cualquier otro aspecto de la vida, tenemos que tomar conciencia de que la tecnología no es un fín en sí mismo ni lo es todo, es sólo un medio para mejorar la experiencia.
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